PEATONES
Podemos definir al peatón
como "toda persona que se desplaza en la vía pública por sus propios medios, merced
a su fuerza orgánica y física". Es la persona que circula a pie.
El hombre, desde su
origen se desplazó caminando. Con la evolución de la sociedad, la concentración en
conglomerados urbanos y la aparición de los primeros vehículos, se estableció la
relación tránsito - peatón, que luego, con la popularización del
automóvil, se complicó de manera extrema. No tardó en aparecer en escena, entre otras
consecuencias, el accidente de tránsito.
El peatón es quien más
expuesto e indefenso está - fundamentalmente en la niñez - por desconocimiento del
peligro, por falta de conciencia sobre el valor seguridad, por falta de dominio personal y
de las interacciones de tránsito, que lo llevan a tener actitudes imprudentes. De ahí,
la importancia de comenzar un proceso educativo integral desde la primera infancia.
Creer que el peatón
está menos expuesto que los conductores a los peligros de un accidente de tránsito, es
un gran error. Si bien el peatón tiene siempre la prioridad, hay dos
factores adversos y ambos atribuibles a fallas humanas: por un lado, el conductor que
ignora o infringe la prioridad del peatón; y por otro, el peatón mismo, que viola las
normas de seguridad por ignorancia, distracción o imprudencia. Si consideramos su
inferioridad física frente al vehículo, queda clara la necesidad de educarlo en el
conocimiento y la comprensión de las situaciones de potencial peligro, en las
consecuencias del riesgo y en las medidas para evitarlo.
El niño peatón.
El niño, desde muy
pequeño, ya es usuario de la vía pública. Es tarea fundamental del docente orientar el
aprendizaje a la toma de conciencia vial, a partir del jardín de infantes y durante todo
el ciclo primario, con el objetivo de que comience a valorar la necesidad de observar
actitudes responsables en la vía pública, y logre prevenir los peligros de la calle.
Además, se debe tener
en cuenta que una buena formación en la niñez, garantiza o potencia un comportamiento
cívico responsable.
El juego en la
calle.
La actividad lúdica es
natural y necesaria en la infancia; lo incorrecto es que los juegos se practiquen en la
calzada o la acera, ya que son lugares potencialmente peligrosos. El juego en la calle
debe restringirse, porque en caso de accidente, las peores consecuencias las sufrirá el
peatón. Hay en este tema una responsabilidad que cabe a padres y maestros: la de hacer
conocer al niño los peligros y las consecuencias que implica el juego callejero, para que
éste pueda internalizarlo y así producir cambios permanentes en sus conductas.
La salida de la
escuela.
Es otro tema
importantísimo a tener en cuenta por los padres y maestros. Hay que instruir al niño
sobre las normas de orden, seguridad y disciplina que se deben respetar, al salir de la
escuela.
Normas y conductas
básicas a internalizar.
La familia y la escuela
deben formar al niño en la observación de normas de convivencia y actitudes respetuosas
y tolerantes, para que pueda moverse dentro de su comunidad con seguridad y tranquilidad.
Observar
atentamente las disposiciones de las normas de tránsito y de las ordenanzas que rigen la
seguridad vial.Obrar con juicio, sensatez y consideración.
No olvidar jamás la prudencia, la observación y el dominio de sí mismo.
Respetar los derechos de los demás para que ellos respeten los nuestros, ya que todos somos usuarios de la vía pública, y ella nos pertenece a todos por igual.
Mantener una conducta equilibrada ante las equivocaciones y transgresiones de los demás, ayudando a corregir actitudes y comportamientos erróneos.
No molestar, dañar, obstaculizar ni interferir intencionalmente en el normal desenvolvimiento del tránsito.
Prestar ayuda en forma espontánea y desinteresada a quienes lo necesiten, especialmente a ancianos y discapacitados, como regla elemental de educación y consideración por los demás.
Concientizar a los demás usuarios de la vía pública sobre la necesidad de preservar el medio ambiente y evitar su contaminación.
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